10 septiembre, 2010

Ácido Láctico ¿Amigo o enemigo?




Antes de comenzar deberemos hacernos una pregunta ¿Que es el ácido láctico o lactato?.

La respuesta es compleja, pero intentaremos simplificarla para que tod@s podamos entenderla.





El ácido láctico lo crea nuestro organismo al descomponer los carbohidratos para poder obtener energía, muchos piensan que es un deshecho, pero no es así. Es una manera que tiene nuestro cuerpo de formar combustible para poder crear energía.

La diferencia entre una persona entrenada y otra que no lo está, es la capacidad que se tiene para asimilar este lactato.

Los músculos obtienen el glucógeno o lactato a partir de la degradación de la glucosa, son las mitocondrias celulares las encargadas de sintetizar este ácido y transformarlo en energía, es como el combustible de un coche... Cuando un persona practica deporte de manera habitual, sus músculos son capaces de absorber este lactato y utilizarlo para convertirlo en energía, en cambio, si no se esta acostumbrado a realizar deporte, este lactato se acumula en la sangre produciendo esa incomoda sensación de quemazón. El entrenamiento es la clave, ya que las mitocondrias doblan su masa y son capaces de asimilar más cantidad de lactato, evitando que se acumule en la sangre.



El glucógeno se descompone y forma el piruvato (suena raro), durante este proceso es cuando se crea la energía, es un proceso anaerobico, ya que no utiliza oxigeno. A medida que el piruvato se va descomponiendo cada vez más, se crea la energía, este es un proceso aeróbico, se utiliza el oxigeno. ¿Pero que pasa si no se descompone todo?.... Fácil, se crea el lactato.

Entonces, cuanto mayor es la duración e intensidad de nuestra actividad física, mayor será la concentración de lactato en nuestro organismo, ya que mayor sera la producción de piruvato y nuestras células no serán capaces de absoberlo todo. Esto significa que nuestro cuerpo no es capaz de asumir todo el ejercicio de manera aeróbica, al pasar a anaerobica... Aparece el lactato.

Al incrementar la intensidad del ejercicio utilizamos "las fibras rápidas", generalmente nuestro cuerpo no las utiliza y estas fibras tienen poca capacidad para asimilar el piruvato, por lo que el lactato se incrementa.

Los músculos expulsan al piruvato que no pueden usar, al salir se convierte en lactato, pero otro músculo cercano lo puede recoger y volverlo a utilizar como combustible, reconvirtiendolo en piruvato.

El lactato tiene mucha facilidad para poder cambiar, por ejemplo si el hígado lo absorbe, lo convertirá nuevamente en glucosa, y nuevamente comenzará el ciclo de degradación.

El lactato no es la causa de la fatiga muscular, pero esta estrechamente ligado.Cuando el lactato se produce, un ion de hidrógeno también se produce. Cuando el lactato sale del músculo, este ion también lo hace.

El ion de hidrógeno es el causante de ese quemazón muscular, que hace que pensemos en la fatiga muscular.
Realmente, esta sensación de quemazón, es una medida que tiene nuestro cuerpo de proteger a los músculos contra el daño.

Un entrenamiento excesivo puede alterar la producción de lactato. Por consiguiente, seremos capaces de producir menos energía y notaremos antes "la fatiga".

En resumen, si estamos bien entrenados, nuestras células serán capaces de asimilar más piruvato, produciendo menos lactato. Será capaz de mover más rápidamente el lactato producido de un músculo a otro, reconvirtiendolo en combustible. Será capaz de mantener los niveles altos de esfuerzo durante más tiempo.

Una buena manera de saber si estamos bien entrenados es medir el lactato producido. Se realiza mediante un prueba de esfuerzo gradual, incrementando la velocidad en el ejercicio, tras cada serie se realiza un pequeña punción en un dedo o en el lóbulo de la oreja para poder analizar una pequeña muestra de sangre. En un nivel normal estos niveles deben situarse entre 1,0 y 2,0 mmol/l, pero en competición pueden estar entre 20 y 30 mmol/l.





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